qué cambios tan marcados y hermosos, intensos y fuertes.
Hace unos días, Roses cocinaba y cantaba su mantra mientras yo sentada en la cocina meditaba logrando recibir el canto del padre al hijo a través del silencio y el no movimiento.
Ahí empezó el remolino de nuevas emociones.
Nos queda poco tiempo de estar completamente solos. Para que esto vuelva a suceder faltan muchos muchos años. Estamos muy unidos, muy amorosos, muy contentos y en paz. Es un estado delicioso...
Vamos a ser papas.
Qué fuerte!
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